«Vin o lobo comendo na cabra e o verme escapou»
Xaime Fontao ha denunciado dos ataques a su rebaño. Es un ejemplo de lo que le ocurre a otros ganaderos que no reclaman porque es difícil demostrar que ha sido el depredador
Xaime Fontao no parece tentarle en absoluto la vida loca de la ciudad. Nació y vive en Deveso, una parroquia que se desperdiga por el monte Caxado de As Pontes. Habita Xaime en la casa de piedra en la que nació, situada en el lugar de Xarel. Tiene teléfono, luz... «¿Que máis quero?». Su vida discurriría de lo más apacible cuidando de sus vacas, gallinas, ovejas y cabras que le dan de comer si no fuese porque este año los lobos atacan y matan a su rebaño.
Xaime y Avelino, otro vecino de Deveso al que le han desaparecido dos ovejas, reciben al curioso con semblante sonriente. Con el mismo buen humor recorren los campos para mostrar lo que queda de la última víctima del depredador: una cabra de dos años que estaba preñada y que no pudo escapar de las fauces del lobo. «Si me deran vinte mil pesetas por ela non a vendía, pero agora xa...», se lamenta Fontao.
El ataque se produjo hace una semana. «Vino comendo nela, pero o verme escapou», cuenta Xaime.
El ganadero empezó a descontar ovejas y cabras de su abundante rebaño a finales de septiembre. Desde entonces le han desaparecido unos veinte animales, aunque sólo ha presentado denuncia por dos ataques acaecidos el 17 de enero y el 12 de febrero en los que murieron siete.
Los ganaderos saben que para obtener algún tipo de indemnización de la Consellería de Medio Ambiente -que otorga ayudas por los ataques de animales salvajes al ganado- resulta imprescindible demostrar que ha sido efectivamente el lobo el depredador y, por supuesto, deben quedar restos de la víctima. De indagar estas cuestiones y de obtener pruebas se encargan, en este caso, los agentes de la Guardia Civil del Seprona (el servicio de protección de la naturaleza), que en las dos denuncias presentadas por Xaime acudieron para tomar su testimonio y recoger pruebas.
El caso tiene que estar claro para que el ganadero cobre indemnizaciones, que, según Fontao, no son generosas. Así, explica, la consellería valora en 18 euros una oveja de siete años y una de dos en 70 euros.
Pero el afectado tampoco parece ansioso por cobrar dinero. Eso no es lo importante. «Aínda que non me pagaran, se polo menos quitaran ao lobo de aquí...», indica. Porque este año y para evitar más bajas en su rebaño Xaime, o su hermano, lo vigila constantemente. Y cuando no puede, pues las ovejas y cabras se quedan en el establo. «Se collo unha escopeta e mato un lobo, aínda por enriba métome nun lío», dice sonriendo.
El caso de Xaime es sólo uno, pero hay más. En la taberna de O Freixo, una parroquia limítrofe con Deveso, cuentan que por allí también desaparece ganado; en Grañas do Sor (Mañón) explican que en ocasiones desaparecen potros y vacas que pastan en la sierra de A Faladoira.
Lendo na Voz 4/03/2007
imprescindible que se compense xenerosamente os danos causados polo lobo, e cousa de todos a sua conservación
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